El Museu de la Pesca de Palamós ofrece todos los domingos, previa reserva, una visita guiada gratuita a las ruinas del castillo de St. Esteve del Mar, en la Fosca, que recientemente ha sido consolidado.
Carmina empieza situándonos con una pequeña explicación desde el montículo colindante, para después cruzar la puerta de St. Esteve, y hacer un gran recorrido a lo largo de las épocas y fases que ha sobrevivido, como castillo y punto estratégico militar a batallas como la de les Formigues, desde su origen hasta llegar a ser utilizado como masía.
Carmina empieza situándonos con una pequeña explicación desde el montículo colindante, para después cruzar la puerta de St. Esteve, y hacer un gran recorrido a lo largo de las épocas y fases que ha sobrevivido, como castillo y punto estratégico militar a batallas como la de les Formigues, desde su origen hasta llegar a ser utilizado como masía.
Un poco de historia...
Todo apunta a que se escogió este lugar para construir el castillo, por su cercanía con la villa de Palamós, resguardado por el gran Cap Gros, punto clave para vigilar la bahía y muy cerca también del poblado ibérico de Castell. De hecho se cree que, St. Esteve del Mar, se construyó sobre una villa ibérica quien sabe si incluso se aprovecharon los restos de una más antigua villa romana.
Las primeras menciones que se creen que hacen referencia a este castillo, fechan del 1063 cuando aparece un pergamino en el que se puede leer "Santus Stephanus de Peculiare" especificando que esta fortaleza estaba a "tremontana y prop de Palamós". Pero no es hasta 200 años más tarde, que vuelven a haber datos sobre él.
En 1272 el rey Pere II el Gran, en su afán por dominar la costa del mediterráneo y tener controlada la navegación de las flotes del mediterráneo al norte de Barcelona, adquiere el castillo por un sueldo de risa, 7500 sueldos barceloneses, después de que su entonces propietario, Dalmau de Palol, estuviera cargado de deudas con la Sede de Girona, que era quien lo custodiaba.
Pere El Gran, a raíz de su matrimonio con Constanza de Sicilia (1276), aumenta sus relaciones comerciales marítimas, una de ellas era la exportación de sal, entre los dos reinos. Por eso también, otorga la Carta Puebla a Palamós, ofreciendo terrenos y casas sin impuestos, solo a cambio de trabajar en la construcción del Puerto de Palamós.
Pero una vez construido el puerto, la situación del castillo, desplazado de la población con caminos de difícil acceso, fue pasando de mano en mano entre feudales hasta llegar a Alfons II en 1334, que obligó al hijo del último propietario como castillo, a reformarlo y sacarlo de su estado de ruina, a cambio, le autorizó a utilizarlo como patio de armas y alimentos.
El último en ceder la posesión fue Berenguer de Cruïlles a la familia Dalmau de Morrafret que terminó de convertirlo en una simple masía. Posteriormente la familia Frigola siguió con la explotación agraria hasta el siglo XVII. Pero fue entonces cuando sin olvidar que durante la propiedad de Galcerà de Requesens obligó construir varias torres de vigilancia, el alcalde de Palamós y propietario entonces, Joan Constantí, tras los continuos ataques por parte de piratas y corsarios, asigno un cuerpo de guardia para vigilancia nocturna. Los encargados de estas guardias eran los agricultores de las masías de los alrededores.
Además de vigilar la llegada de las naves piratas, también era importante vigilar la llegada de naves cargados con enfermos por la Peste; llegaban a playas los desembarcaban y allí quedaban abandonados a su suerte y contagiando otras regiones.
Si queréis profundizar más en la historia del castillo os animo a leer el artículo completo publicado en la Revista Baix Empordà núm. 40 de marzo-abril 2013 por Garbriel Martín Roig, y en su blog Histories de Palamós i Comarca
Pere El Gran, a raíz de su matrimonio con Constanza de Sicilia (1276), aumenta sus relaciones comerciales marítimas, una de ellas era la exportación de sal, entre los dos reinos. Por eso también, otorga la Carta Puebla a Palamós, ofreciendo terrenos y casas sin impuestos, solo a cambio de trabajar en la construcción del Puerto de Palamós.
Pero una vez construido el puerto, la situación del castillo, desplazado de la población con caminos de difícil acceso, fue pasando de mano en mano entre feudales hasta llegar a Alfons II en 1334, que obligó al hijo del último propietario como castillo, a reformarlo y sacarlo de su estado de ruina, a cambio, le autorizó a utilizarlo como patio de armas y alimentos.
El último en ceder la posesión fue Berenguer de Cruïlles a la familia Dalmau de Morrafret que terminó de convertirlo en una simple masía. Posteriormente la familia Frigola siguió con la explotación agraria hasta el siglo XVII. Pero fue entonces cuando sin olvidar que durante la propiedad de Galcerà de Requesens obligó construir varias torres de vigilancia, el alcalde de Palamós y propietario entonces, Joan Constantí, tras los continuos ataques por parte de piratas y corsarios, asigno un cuerpo de guardia para vigilancia nocturna. Los encargados de estas guardias eran los agricultores de las masías de los alrededores.
Además de vigilar la llegada de las naves piratas, también era importante vigilar la llegada de naves cargados con enfermos por la Peste; llegaban a playas los desembarcaban y allí quedaban abandonados a su suerte y contagiando otras regiones.
Si queréis profundizar más en la historia del castillo os animo a leer el artículo completo publicado en la Revista Baix Empordà núm. 40 de marzo-abril 2013 por Garbriel Martín Roig, y en su blog Histories de Palamós i Comarca
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