Páginas

lunes, 10 de junio de 2013

TRUMAN CAPOTE EN PALAMÓS

¿Sabias que Truman Capote paso parte de sus últimos días en Palamós?

Fue el 26 de abril de 1960 cuando Truman (Nueva Orleans, 1924 - Los Ángeles, 1984) llegó en su coche, un Chevrolet, con su secretario y compañero sentimental Jack Dunphy, 25 maletas, un viejo buldog, un caniche ciego y una gata siamesa.
«Pasó su primera noche aquí y luego se alojó en una casa que yo le encontré en la playa de La Catifa, que entonces era monísima», recuerda Josep Colomer.
 Se instaló en el emblemático Hotel Trias, por muchos conocido como el "hotel de las estrellas" ya que además de Truman Capote también se alojaron en él, Ava Gardner y David Niven en sus vacaciones de verano.
"Esto es un pueblo de pescadores, el agua es tan clara y azul como el ojo de una sirena.
Me levanto temprano porque los pescadores zarpan a las cinco de la mañana y arman tanto ruido que ni Rip Van Winkle podría dormir [el protagonista de un cuento de Washington Irving que se quedó dormido 20 años bajo la sombra de un árbol]".





«Llamaba mucho la atención. Era muy bajito y endeble, con voz aflautada y ademanes afeminados, vestía siempre gabardina larga y sombrero, hiciera frío o calor, porque era muy friolero. Cuando te estrechaba la mano la dejaba caer flácida, como si sus dedos fueran de mantequilla», recuerda aún hoy el propietario del Hotel Trias, Josep Colomer.

Playa de la Catifa donde vivió Truman Capote www.palamos.cat

Las barcas de los pescadores le despertaban temprano, aseguraba que ese ruido le ayudaba a empezar a trabajar. Capote escribía de sol a sol y no relacionó con mucha gente, en Palamós encontró todo lo necesario para terminar la obra que más le obsesionó y guardaba con recelo sus escritos. Y esta novela fue la que catapultó su carrera: A sangre Fría. Cuentan que se aficionó al suquet de peix, a las sardanas y al mercado semanal.
«Él aquí se sentía desinhibido porque nadie lo conocía», reflexiona Ana María Kammüller.
Hombre de costumbres, el escritor acudía a diario a la misma librería, y de un humor excelente, para comprar la prensa de su país.
Sólo una mañana se marchó afligido del establecimiento: su amiga Marilyn Monroe había muerto. "¡Mi amiga ha muerto! ¡Mi amiga ha muerto!", repetía desolado al dueño, Josep Colomer.
Aquel día, el cargamento habitual de olivas rellenas, ginebra y ginger ale, que realizaba en la pastelería Samsó, fue de ración doble. Esa mujer a la que describió cruelmente en una Adorable criatura había aparecido inconsciente sobre su cama el 4 de agosto de 1962. Capote supo del suicidio unos días después por la prensa internacional que llegaba al pueblo mediterráneo. 
La actriz británica Madeleine Carroll fue la culpable de que durante los años sesenta Palamós viviese un espejismo de glamour. Ella sedujo al periodista Robert Ruark, y este a Capote para que pasase temporadas en la Costa Brava. Ellos le recomendaron la población de Palamós para escapar de los excesos de sus fiestas neoyorquinas.
Pensó en comprar la última casa en la que se alojó en verano de 1962, junto a cala Canyers. Fue su compañero sentimental, Jack, quien decidió cambiar de planes. Amante del deporte y la nieve, le convenció para que comprara un chalé en Verbier, en los Alpes suizos. No volvieron a Palamós.
«Fue una lástima, porque la tranquilidad y calidez de la Costa Brava le iban muy bien para su salud física y emocional. Tal vez si se hubiera comprado una casa aquí no hubiera tenido el final tan triste que tuvo», se atreve a puntualizar Josep Colomer.
El escritor murió por sobredosis a los 59 años en agosto de 1984.
Màrius Carol, periodista y escritor, ha escrito el libro L'home dels pijames de seda, novelando los tres veranos que pasó Truman Capote en Palamós en los años 60.

–¿Cómo supo de Palamós? –Parece que fue a través de un personaje instalado aquí, Robert Ruark, un periodista que escribía para The Washington Post y escribía novelas sobre cacerías en África que fueron llevadas al cine. Vivía en Es Monestrí, en Sant Antoni de Calonge, y tenía relaciones con gentes del mundo del cine. De hecho, había llegado aquí de la mano de Madeleine Carroll. En aquellos tres veranos, Capote vivió primero en una casa de la playa de La Catifa, más tarde en otra situada en el Comtat Sant Jordi, junto a Playa de Aro, y, después de otra estancia en La Catifa, se instaló el último año en Cala Senià, una magnífica finca con bosque y cala propia que posteriormente adquirió Carlos Ferrer Salat.

  Sígueme en BlogLovin!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

-