Lídía Noguer y Sabá, La Musa de Cadaqués, conocida también como Lídia Savana, era hija de la última bruja de Cadaqués Dolors Sabá, a la que llamaban Savana, y un humilde pescador, Baldiri Noguer. Trabajaba de pescadera y también ejercía de hostelera. Su marido, Nando Costa se volvió loco y se suicidó y sus hijos gemelos, Honorio y Bienvenido, acabaron encerrados en el manicomio de Salt y corrieron la misma suerte que su padre.
En 1904 Eugeni d'Ors también conocido como Xènius, llegó a Cadaqués por prescripción médica ya que necesitaba pasar unos meses de reposo para recuperarse de una anemia. Victor Rahola le habilitó una pequeña cabaña de pescadores para Eugeni y su familia, y así fue como conoció a La Lídia de Cadaqués que se encargó de servirle. La admiración fue mutua enseguida, pero para Lídia se convirtió en una obsesión.
En 1911 cuando Xènius escribe La Ben Plantada, Lídia se siente identificada con Teresa, la protagonista, hasta el punto de decir que ella se llama Teresa y creer que el libro en su biografía. Llegó hasta tal punto su obsesión que los artículos que Eugeni d'Ors escribía en su Glosario de La Veu de Catalunya, Lídia los interpretaba como respuestas a sus cartas.
"La locura de Don Quijote - escribió García Lorca - era una locura seca, visionaria, de alta meseta; una locura abstracta, sin imágenes. La locura de la Lídia en cambio, era una locura húmeda, suave, llena de gaviotas y langostas; una locura plástica. Don Quijote va por los aires y la Lídia, por el litoral mediterráneo" |
El escritor Josep Pla también conoció a Lídia y quedó marcado por su delirante carácter, musa del surrealismo y un Quijote del Mediterráneo como escribió Garcia Lorca.
En su libro Un Viatge Frustat, el escritor relata como conoce a Lídia en un viaje que relató en el año 1918. "En el camino a Portlligat encontramos a una mujer con un cesto de pescado que saluda a Don Victor con unos extraños y aparatosos cumplidos. Es notoriamente una mujer de pueblo, pero en su vestir hay una pretensión estrafalaria de parecer una señora: lleva un aparatoso peinado, una blusa holgada y llena de lacitos, una falda a la moda de hace 5 años y unos pobres zapatos con los talones torcidos, de una irreparable tristeza. Adornada así, parece contener una mezcla de alcahueta y persona venida a menos".
Sin duda era Lídia, la Lídia de Cadaqués, un personaje con un gran atractivo de leyenda.