El castillo de Miravet, una fortaleza imponente rodeada por una muralla de 25 metros de altura que parece surgir de las rocas y situada sobre un cerro, domina el curso del Ebro y las tierras de alrededor.
Su posición estratégica ha hecho que allí se sucedieran los asentamientos desde la prehistoria y le ha otorgado un papel importante en diferentes conflictos.

A pesar de que posteriormente, el castillo fue remodelado para adaptarlo a las exigencias defensivas que comporta la aparición de la artillería, el aspecto y las estructuras que nos han llegado son esencialmente obra de los templarios. Por ello, Miravet se ha convertido en uno de los mejores ejemplos de la arquitectura militar catalana de los siglos XII-XIII.

La Torre del tesoro, contenía el archivo de la orden y su tesoro; la Torre de la Sangre se llama así porque la leyenda dice que allí fueran ajusticiados los seis caballeros templarios que no se quisieron rendir en el 1308 (en realidad se rindieron, aun cuando un par de días más tarde que sus compañeros, y nada más fueran hechos prisioneros).
La restauración que se ha hecho a las paredes del patio de armas ha malogrado gravemente el castillo, con revocados finos y restauraciones con elementos modernos sin envejecer, por lo que el castillo ha perdido encanto aunque las restauraciones permiten hacerse idea de su estructura anterior.
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